Madurez es un término que podemos aplicar en varios contextos debido a sus diversos significados. En está ocasión, hablaremos del concepto madurez como indicador de crecimiento personal. Para esto, leamos la siguiente definición. La madurez es un adjetivo con el que calificamos a las personas que actúan con «buen juicio», prudencia o sensatez, es decir, alguien que está a la par de una persona adulta, mental y emocionalmente.
La madurez de una persona suele medirse en base a su comportamiento: manejo de situaciones, reacción ante ciertos eventos, trato a los demás, toma de decisiones, etc. Si alguien se molesta o preocupa por algo trivial, se puede decir que no es maduro. En cambio, si alguien responde de forma racional y sensata ante cierta situación, se puede decir que es maduro.

El entorno en el que vivimos siempre va a tener algún efecto sobre nuestras vidas. Tal vez crecimos rodeados de una familia sobreprotectora y que nos consentía y malcriaba, y es entendible que entonces nos sea difícil madurar, pero no es una excusa. No hay excusas.
Todos podemos convertirnos en personal adultas, maduras. Es cuestión de actitud. Se trata de tomar las riendas de nuestras vidas y responsabilizarnos de nuestra persona y nuestro futuro. Una vez tomada la decisión de permitirnos madurar, todo se vuelve más fácil. Las cosas se miran de una forma más realista y normal. Se deja de preocuparse por cosas sin importancia, y de discutir por nimiedades. Las cosas fluyen. Te das tiempo para pensar por lo que es realmente importante. Haces las cosas de forma correcta. Y te evitas muchos problemas.
Te invito a que le des una oportunidad. Da un paso adelante hacia tu futuro. Deja atrás la etapa que ya viviste y toma sus enseñanzas para evolucionar a una mejor versión de ti mismo. Esto es madurar.

