La felicidad es un concepto que ha sido buscado, discutido y definido de innumerables maneras a lo largo de la historia. Si bien hay tantas definiciones de felicidad como personas en el mundo, hay una conexión clave que puede ofrecer una guía universal: la relación entre la ética y la felicidad, así como la constabte búsqueda de esta. ¿Qué significa esto? Básicamente, que la verdadera felicidad surge cuando te realizas como ser humano, cuando vives de acuerdo con tu esencia: libertad, conciencia y buenas acciones.
Entonces, ¿cómo buscas esa felicidad auténtica? Vamos a explorar esto más a fondo, comparando diferentes modelos de felicidad y cómo estos se reflejan en nuestras decisiones y actitudes diarias.
¿De qué manera se busca la felicidad?
Cuando hablamos de la búsqueda de la felicidad, a menudo caemos en diferentes caminos que pueden llevarnos tanto al bienestar como al malestar. Algunas formas de buscar la felicidad resultan más sabias y positivas, mientras que otras nos hunden en una disfuncionalidad que, a largo plazo, trae más malestar que alegría.
+ Sabias, + Positivas, + Funcionales
- Optar por un camino de crecimiento personal.
- Hacer buenas acciones que te conecten con los demás.
- Ser consciente de tus decisiones y sus efectos.
- Buscar un bienestar integral que abarque tanto lo físico como lo mental.
– Sabias, – Negativas, – Disfuncionales
- Buscar placer inmediato sin pensar en las consecuencias.
- Tomar decisiones impulsivas que generan más dolor que bienestar.
- Evitar el crecimiento personal y vivir de manera superficial.
- Dejarse llevar por adicciones o hábitos dañinos.
Este contraste nos lleva a preguntarnos, ¿por qué hay personas que parecen atrapadas en patrones que les generan más malestar que bienestar? Tal Ben Shahar, un profesor y escritor especializado en psicología positiva, ha dedicado buena parte de su vida a estudiar estas dinámicas. Según su trabajo, hay cuatro grandes modelos de felicidad que todos vivimos en algún momento de nuestras vidas.
Modelos de felicidad
1. Modelo hedonista
Este modelo está centrado en la gratificación instantánea. Imagina que tu única preocupación es disfrutar el presente y evitar cualquier tipo de incomodidad o dolor. Claro, suena tentador, ¿verdad? Pero aquí está el problema: cuando te concentras solo en satisfacer deseos momentáneos, como el placer que da el alcohol, las drogas o cualquier otra fuente de satisfacción efímera, te quedas atrapado en un ciclo sin fin.
El problema del modelo hedonista es que nunca te sentirás completamente satisfecho. Siempre querrás más. Esa búsqueda constante de placer, malentendida como felicidad, lleva inevitablemente a la frustración y, en algunos casos, al aburrimiento y la depresión. Es una vida sin significado ni proyección, donde el placer momentáneo no deja espacio para la reflexión o el crecimiento a largo plazo.
2. Modelo del «Rat race»
Aquí es donde la mayoría de nosotros hemos caído en algún momento. Se trata de sacrificar el presente con la esperanza de obtener una recompensa futura. Este modelo de felicidad te hace creer que la verdadera felicidad está a la vuelta de la esquina, siempre al final de ese esfuerzo que estás haciendo ahora. Te esfuerzas, te estresas, trabajas duro, con la esperanza de que un día serás feliz.
Este es un patrón muy común en nuestras sociedades actuales, especialmente cuando el éxito laboral o financiero se pone como la cúspide de la felicidad. Sin embargo, este modelo confunde sobrevivir con ser feliz. Al final, las personas que viven así terminan agotadas, llenas de ansiedad, y muchas veces sin haber disfrutado del camino.
3. Modelo nihilista
El tercer arquetipo es el nihilista. Aquí nos encontramos con la persona que, por decepciones o fracasos, ha decidido renunciar a la idea de ser feliz. Vive resignada, creyendo que la felicidad es un mito y que lo único que le queda es sobrevivir sin propósito ni sentido. Este tipo de persona está encadenada al pasado, aferrándose a recuerdos de lo que alguna vez fue la felicidad o lo que pudo haber sido.
Este modelo, lamentablemente, refleja una vida de resignación, donde las personas no solo dejan de buscar la felicidad, sino que viven convencidas de que, sin importar lo que hagan, nunca la alcanzarán. Es una forma de existir que lleva a la nostalgia y al estancamiento.
4. Modelo ideal: «Happiness»
Finalmente, llegamos al arquetipo de la felicidad ideal. Para alcanzar una verdadera felicidad, se necesita un equilibrio entre disfrutar del presente y trabajar hacia metas valiosas. No se trata de ser esclavo del futuro como en el rat race, ni de vivir esclavo del momento como en el hedonismo, y mucho menos de estar atrapado en el pasado como el nihilista.
La verdadera felicidad radica en disfrutar el viaje hacia un objetivo significativo. Tal Ben Shahar lo resume perfectamente: la felicidad no está en la cima de la montaña, sino en la experiencia de escalarla. Esto significa que, para ser feliz, tienes que aprender a disfrutar cada paso del camino, sabiendo que estás trabajando hacia algo que vale la pena.
La búsqueda de la felicidad: ¿Por qué es tan difícil?
En las sociedades modernas, la felicidad parece ser una especie de mandato. El filósofo francés Pascal Bruckner lo llama el «imperativo de la felicidad», denunciando cómo este concepto ha generado estragos. Hoy en día, no solo tenemos el derecho de ser felices, sino que parece que estamos condenados a ser felices. La obsesión por la felicidad puede convertirse en un obstáculo.
Esta obsesión por alcanzar la felicidad ha sido un fenómeno que se intensificó con el racionalismo y la ilustración en el siglo XVII, y desde entonces, ha causado lo contrario: infelicidad. Las personas, al verse incapaces de alcanzar ese ideal de vida perfecta, terminan cayendo en depresión, ansiedad y otros problemas derivados de la frustración.
Piensa en la cantidad de veces que has sentido esa presión de autorrealización. Ese cansancio crónico, insomnio o estrés que te genera la constante tensión de «no estar haciendo lo suficiente» o de no cumplir con tus propias expectativas.
El arte de la felicidad: Disfrutar del proceso
La clave está en graduar nuestros objetivos, es decir, establecer metas pequeñas y disfrutables a lo largo del camino. No tienes que alcanzar el éxito de inmediato; la felicidad se construye en etapas. ¿Te has fijado en lo gratificante que es disfrutar de una canción como Forever Young o Yellow de Coldplay? Esos pequeños momentos, esos pequeños logros y experiencias, son los que construyen una vida feliz.
La felicidad está en el equilibrio
La búsqueda de la felicidad es un proceso continuo y complejo. Ningún modelo por sí solo es la respuesta definitiva, pero cada uno nos ofrece valiosas lecciones sobre lo que debemos evitar y lo que debemos adoptar. El equilibrio entre disfrutar del presente, trabajar hacia metas futuras y dejar atrás las cargas del pasado es lo que te permitirá vivir una vida más plena.
¡Recuerda, la felicidad no está en la cima de la montaña, sino en el acto de escalarla!
La música definitivamente tiene un gran impacto a nivel en las personas. Influencian las emociones y nos acompaña en nuestras vidas. Te dejo otro artículo para saber el impacto de la música sobre la identidad: ¿La música define quiénes somos?