A semejanza de los escribas y fariseos, todos podeos caer -y tal vez lo hacemos- en decir una cosa y hacer otra, en poner cargas pesadas a los demás, que nosotros mismos no seríamos capaces de llevar.
- En ocasiones podemos ser presumidos y buscar hacernos notar en público, para que nos alaben y nos tomen en cuenta.
- Pero los criterios de nuestro único Maestro distan de los nuestros, porque el egoísmo y la vanagloria aún nos mueven.
El Señor nos dice que, para ser grandes a sus ojos, tenemos que servir a los demás, a nuestros hermanos, «porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido».
Reflexión
Esta lección de Jesús que no les gusta a los engreídos, egoístas y materialistas, ya que nos pide seamos lo contrario, seamos sencillos, serviciales con todos (especialmente con los que menos tienen), y seamos humildes… todo lo contrario a mostrar lujos, a buscar las mejores posiciones y que la gente les «respete» o más bien tema, y a creerse importantes merecedores de todo y más de lo que tienen los pobres y menos afortunados, justificándolo con cualquier cosa.
El que se humilla hace un esfuerzo enfocado y explícito por hacer al prójimo más importante que él mismo, en todo aspecto de su vida, sobre todo a su familia directa y a los más necesitados, y espera no recibir nada a cambio, ya que ésto será un regalo que llevará a Dios cuando sea llamado.