Este es mi hijo muy amado, escúchenlo

Éste es mi hijo muy amado…; escúchenlo

La transfiguración de Jesús en aquel monte elevado fue una teofanía, es decir, una manifestación de Dios accesible a los sentidos. El Padre celestial confirmó que su Hijo era digno y mandó que lo escucháramos.

¿Escuchas a Jesús? ¿su palabra te ilumina? ¡Levántate y no temas!

Creas o no en esto, el hecho es que Dios nos pidió escuchar a Jesús a su viva voz, es un testimonio que nos ha llegado hasta el día de hoy, de los testigos oculares del hecho, alegar que «yo no estuve ahí» nos encierra en una caja en la que podrías no creer ni en tus propios bisabuelos, no tuviste que haberlos visto para creer que tú estás aquí hoy y existes, al igual que nuestra Iglesia Católica es tan sólo una de las pruebas del testimonio de Jesús. Además Jesús promueve puros valores que tú querrías para tus hijos: compasión, amor, justicia, benevolencia, respeto, humildad, sencillez, amor y temor de Dios y muchos otros valores. Qué te detiene entonces para comprometerte al 100% a la vida de Cristo aplicada a tu propia vida muy particular?

 

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