«Que tome su cruz de cada día…
- Su cruz-trabajo: muchas veces cansado, en otras insoportable, con frecuencia aburrido, monótono…
- Su cruz-quehacer doméstico: arreglo que nadie nota, guiso que nadie agradece, servicios inadvertidos…
- Su cruz-familiar enfermo: en ocasiones absorbente, a veces impaciente, no rara vez impertinente…
- Su cruz-enfermedad: las piernas que se hinchan tanto, el no poder comer esto o lo otro por prescripción médica, esa migraña cotidiana, esas noches de no conciliar el sueño…
- Su cruz-pobreza: las quincenas que no alcanzan ni para una semana, el gasto imprevisto y «descobijador», el acreedor inconsiderado…
- Su cruz-tercera edad: ya no se oye ni bien ni se ve claro, ni lo toman en cuenta a uno…
Y me siga»
Nuestras cruces nos dan la oportunidad de contribuir con Cristo a la salvación de la humanidad.