En la sinagoga de Nazaret, Jesús dijo a sus oyentes que el Profeta anunciado por Isaías estaba delante de ellos.
+ A pesar de que los asistentes «admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios», ellos no querían creer en él, porque no cabía en su cabeza que «el hijo de José», el carpintero, fuera el enviado del Padre del cielo.
+ Por esa falta de fe, Dios sólo pudo realizar unos cuantos milagros en Israel, en el pasado, a través de los profetas Elías y Eliseo.
+ También ahora por nuestra falta de fe:
– Dios no puede perdonar nuestros pecados por medio de un sacerdote, si no creemos que puede hacerlo por el sacramento del Orden que recibió.
– No prestamos atención a lo que nos dicen otras personas cuando nos comparten la experiencia de Dios en su vida.
– No creemos que se pueda vivir como Dios manda, aunque los santos hayan demostrado lo contrario.
Que el Señor nos conceda la gracia de creerle.
Reflexión: Humanamente tenemos muchos defectos y maldad que sale de dentro de nosotros, tal vez es la envidia de que alguien cercano a nosotros tenga éxitos la cual nos ciega a ver la realidad o a tener buenos sentimientos hacía él, tal vez esto le pasó a Jesús, la envidia, el odio, el egoísmo de sus compatriotas no permitieron a ver que era Dios, en su pequeña mente «esperaban otra cosa», y siguen esperando 2 mil años después. ¡No esperen parados!