Jesús camina sobre las aguas y Pedro con él
Varias lecciones y enseñanzas nos deja Jesús, como siempre busca un momento para orar a Dios, antes o después de predicar, en la comida, en la noche, etc, de preferencia en privado, evitando distractores y haciendo el momento especial como nosotros debemos igual orar en todo momento a Dios, ajustando el rumbo de nuestras decisiones y acciones para agradarle.
Luego sucede un hecho milagroso de caminar sobre las aguas, no era para presumir, sino para dejarles claro el mensaje «Soy hijo de Dios, continúen mi labor que inicié», al igual que nosotros que somos testigos de debemos continuar su labor con nuestra vida e invitando a otros a abrir sus ojos ante Dios.
Aún los discípulos que tuvieron contacto directo con Jesús tuvieron duda y miedo en muchos momentos, que esto, la duda, el miedo y el engaño del demonio no nos hagan perder la fe o dudar, retomemos el camino del bien y caminemos con Jesús hacía nuestra salvación y la de los demás.
«Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Al atardecer estaba solo allí. La barca, que se hallaba ya muchos estadios distante de tierra, era zarandeada por las olas, pues el viento soplaba en contra. A la cuarta vigilia de la noche vino hacia elos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndolo caminar sobre el mar, se turbaron y decían: <Es un fantasma>, y se pusieron a gritar de miedo. Pero al instante les habló así Jesús: <¡Tranquilos!, soy yo. No temáis.> Pedro le respondió: <Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.> <¡Ven!>, le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, en dirección a Jesús. Pero al sentir la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzó a hundirse, gritó: <¡Señor, sálvame!> Jesús tendió al punto la mano, lo agarró y le dijo: <Hombre de poca fe, ¿porqué dudaste?> Cuando subieron a la barca, amainó el viento. Entonces los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: <Verdaderamente eres Hijo de Dios.>» Mateo 14 (22 al 33)